El Combate del Callao, también conocido como combate del 2 de mayo, fue el enfrentamiento naval y artillero más emblemático de la Guerra Hispano-Sudamericana. Ocurrió frente al puerto del Callao, en Perú, en 1866, y consolidó un fuerte sentido de identidad nacional y resistencia defensiva.

Contexto y causas

El trasfondo inmediato fue la ocupación española de las islas Chincha, ricas en guano, tras tensiones diplomáticas como el incidente de Talambo. La medida provocó rechazo regional y un movimiento político-militar en Perú decidido a defender su soberanía, mientras la opinión pública consolidaba sentimientos patrióticos frente a la intromisión.

El conflicto se amplió al formarse alianzas con Chile y otros actores regionales. Tras la muerte del almirante Pareja, la escuadra española quedó bajo Casto Méndez Núñez, que bombardeó Valparaíso en marzo de 1866. La siguiente apuesta estratégica fue enfrentar las defensas peruanas concentradas en el puerto mayor del país.

En Callao, el gobierno organizó baterías, fortines y piezas de artillería de avancarga y ánima rayada, apoyadas por voluntarios y marinos. El Real Felipe y otras posiciones costeras recibieron mejoras, al tiempo que se instalaban comunicaciones y depósitos. La defensa fue coordinada por autoridades civiles y militares con determinación.

Fuerzas en pugna y defensas

La escuadra española en el Pacífico contaba con fragatas de hélice, corbetas y la acorazada Numancia, símbolo de la modernización naval. Su objetivo operacional era castigar las defensas costeras, medir su potencia y forzar concesiones políticas. La artillería embarcada incluía piezas pesadas capaces de sostener un bombardeo prolongado.

Por Perú, la defensa se centró en baterías terrestres distribuidas a lo largo de la rada, torres blindadas y posiciones en altura. El ministro José Gálvez impulsó mejoras y coordinó esfuerzos. La guarnición combinó artilleros profesionales y milicianos, apoyados por ingenieros que montaron parapetos, blindajes improvisados y dispositivos de alarma.

  • España: neutralizar baterías costeras y exhibir poder naval para obtener ventajas diplomáticas.
  • Perú: proteger el puerto, impedir desembarcos y desgastar a la escuadra enemiga.
  • Ambos: probar tecnologías de armamento, medir la moral y evaluar doctrinas de empleo.
  • Alianzas regionales: consolidar cooperación frente a presiones exteriores en el Pacífico sur.

El 2 de mayo de 1866: desarrollo del combate

Al amanecer del 2 de mayo, la escuadra enemiga tomó posiciones frente a las baterías principales. Comenzó un intercambio sostenido, con salvas calculadas y corrección de tiro desde ambos bandos. La distancia buscaba minimizar riesgos de encallamiento, mientras la mar y el humo complicaban la visibilidad y el comando.

Las piezas peruanas de ánima rayada demostraron precisión al impactar cascos y arboladuras, aunque la protección de hierro reducía daños catastróficos. Los buques maniobraron en andanadas, variando rumbos y distancias. Desde tierra, se reparaban cañones y se redistribuía munición, priorizando blancos que amenazaban muelles, depósitos y áreas urbanas del puerto.

Un episodio decisivo fue la explosión en una torre o batería importante, que costó la vida al ministro José Gálvez y a numerosos defensores. Pese al golpe, las líneas peruanas continuaron operativas. La coordinación entre piezas mantuvo presión sobre blancos prioritarios, impidiendo que el bombardeo silenciara completamente las posiciones costeras.

Fases de la jornada

  • Apertura y tanteo de distancias, con ajustes de puntería.
  • Bombardeo sostenido sobre baterías y respuesta concentrada desde tierra.
  • Crisis tras la explosión, reorganización defensiva y continuidad del fuego.
  • Retirada táctica española al finalizar la tarde, sin operaciones de desembarco.

Resultados e interpretaciones

Al caer la tarde, los buques españoles se retiraron sin intentar desembarcos. El daño a varias unidades y la persistencia de las baterías condicionaron la decisión. En el Perú, el desenlace fue celebrado como triunfo defensivo; en España, se reivindicó la capacidad operativa demostrada bajo fuego y largas distancias.

Las cifras de pérdidas varían según fuentes. Se reportaron daños significativos en buques y baterías, así como víctimas militares y civiles. Lo indiscutible es el impacto simbólico: el combate del 2 de mayo fortaleció la moral peruana y mostró los límites del bombardeo naval frente a defensas costeras bien organizadas.

Tras el episodio, la escuadra española abandonó gradualmente la región, cerrando la campaña en el Pacífico. La acorazada Numancia completó un periplo histórico. Para el Perú y sus aliados, el resultado reforzó la cooperación regional y la necesidad de modernizar arsenales, fortificaciones, logística y doctrina ante amenazas ultramarinas.

Legado y conmemoraciones

En el imaginario peruano, el Combate del Callao ocupa un lugar central. Cada 2 de mayo se rinden honores a los defensores, y monumentos cívicos, como la plaza y columnas conmemorativas en Lima, recuerdan el episodio. La fecha sintetiza unidad nacional, disciplina y la importancia de proteger los accesos marítimos.

Militarmente, el 2 de mayo evidenció lecciones clave: utilidad de artillería rayada, resiliencia de obras de tierra bien diseñadas y límites del fuego naval contra blancos dispersos. También confirmó el valor de sistemas de observación, telégrafo y trenes para sostener defensas, así como la vulnerabilidad de depósitos y polvorines.

La historiografía discute la naturaleza del resultado: táctica indecisa, éxito defensivo o golpe punitivo sin objetivos políticos logrados. Lo cierto es que el episodio condensó transformaciones navales globales, con acorazados y artillería moderna, y dejó un relato compartido de sacrificio, liderazgo civil-militar y memoria patriótica duradera en el Perú.

  • Casto Méndez Núñez: almirante de la escuadra española.
  • José Gálvez: ministro peruano caído en combate.
  • Mariano Ignacio Prado: jefe de Estado peruano durante la guerra.
  • Real Felipe y baterías del litoral del Callao: núcleos de la defensa.

Para saber más y visitar

Quienes visitan el Callao pueden recorrer fortalezas históricas, museos y espacios conmemorativos, donde se explican las defensas del puerto y la vida durante el asedio. Guías locales ayudan a identificar restos de baterías y relatan anécdotas. Es recomendable verificar horarios, reservar visitas y respetar protocolos de conservación patrimonial.

Para profundizar, conviene revisar archivos digitales, memorias de marinos, partes oficiales, prensa de la época y estudios académicos recientes. Cruzar fuentes ayuda a comprender discrepancias. Museos navales, bibliotecas nacionales y repositorios universitarios ofrecen materiales sobre la Guerra Hispano-Sudamericana y el papel estratégico del Callao en el siglo XIX.

El Combate del Callao, o combate del 2 de mayo, fue un cruce de cañones que consolidó una narrativa de defensa soberana y cooperación regional. Su legado combina memoria cívica, lecciones tácticas y reflexión historiográfica, recordando que tecnología, liderazgo y cohesión social son decisivos cuando la patria está a prueba.