En la historia de la Guerra del Pacífico, la Campaña de la Breña ocupa un lugar singular: fue la resistencia montañesa que mantuvo viva la lucha peruana tras la caída de Lima. Entre 1881 y 1883, en las alturas de la Sierra, se libró una guerra dura, astuta y profundamente arraigada.
¿Qué fue la Campaña de la Breña?
La Campaña de la Breña fue una serie de operaciones militares y acciones de guerrilla lideradas por Andrés Avelino Cáceres en la Sierra central del Perú. Su objetivo fue sostener la resistencia frente a la ocupación chilena, explotando el terreno andino, la movilidad y el apoyo de comunidades locales.
“Breña” alude a territorios ásperos, quebrados y de difícil tránsito. En ese escenario, el llamado “ Brujo de los Andes ” articularía una defensa dinámica, alternando combates regulares con hostigamientos y emboscadas. No fue solo una serie de batallas: fue una estrategia de supervivencia nacional en un entorno extremo.
Contexto: Guerra del Pacífico y ocupación
La Guerra del Pacífico estalló en 1879 y enfrentó a Chile con la alianza de Perú y Bolivia. Tras la campaña marítima y las derrotas terrestres en la costa, Lima cayó a inicios de 1881. La ocupación chilena abrió una etapa confusa, con múltiples liderazgos y vías políticas contrapuestas.
Bajo la ocupación, Chile buscó asegurar contribuciones, recursos y una paz favorable. En el Perú emergieron posturas diferentes: negociar una salida o continuar la resistencia desde el interior. Cáceres optó por lo segundo, reagrupando fuerzas dispersas y convocando a milicias rurales en las provincias serranas.
A la par, figuras como Miguel Iglesias ganarían influencia desde el norte, defendiendo la firma de un tratado que pusiera fin al conflicto. Esa tensión entre resistencia y negociación atravesó la vida política peruana, y condicionó cada movimiento militar en la Sierra central.
El escenario: la Sierra central peruana
La Campaña de la Breña transcurrió en los valles y mesetas de Junín, Tarma, Jauja y el valle del Mantaro, entre otros espacios andinos. Allí, la altura, el frío y los pasos estrechos se convirtieron en aliados tácticos para quienes conocían cada quebrada, sendero y puna.
El control de puentes, desfiladeros y pueblos estratégicos definía la logística. El terreno obligaba a las columnas a marchas extenuantes y dificultaba el abastecimiento regular. En ese contexto, la movilidad ligera de montoneras, arrieros y compañías andinas ofrecía ventajas frente a contingentes más pesados.
Protagonistas y fuerzas en pugna
El liderazgo peruano recayó en Andrés Avelino Cáceres, oficial veterano de la guerra, carismático y conocedor de la Sierra. Junto a él actuaron jefes locales y unidades que combinaban restos del ejército regular con milicias campesinas, también llamados montoneros, capaces de reconstituirse rápidamente.
Del lado chileno, la ocupación fue organizada por Patricio Lynch, con la conducción de columnas de campaña a cargo de oficiales como Estanislao del Canto. Su misión: “pacificar” la Sierra, destruir la resistencia y asegurar rutas, depósitos y comunicaciones entre ciudades ocupadas.
- Principales referentes peruanos: Andrés Avelino Cáceres, jefes locales y compañías andinas.
- Referentes chilenos: Patricio Lynch en la ocupación; Estanislao del Canto en operaciones móviles.
- Apoyo esencial: comunidades indígenas, arrieros, mujeres “rabonas”, redes de abastecimiento y guías serranos.
Estrategias y tácticas: guerra de movimientos y guerrilla
La estrategia de Cáceres combinó la defensa móvil con la guerra de guerrillas. Evitó choques frontales prolongados y, en cambio, hostigó columnas, cortó suministros y aprovechó el conocimiento del terreno. El objetivo era desgastar al adversario y mantener viva la capacidad de combate.
Las columnas chilenas, por su parte, procuraron forzar enfrentamientos decisivos y “limpiar” zonas rebeldes. Cuando no lograban atrapar a las fuerzas de Cáceres, recurrían a expediciones punitivas y control de puntos vitales, intentando quebrar la red logística y el respaldo social que sostenía la resistencia.
- Movilidad: marchas ligeras, cambios de rumbo y uso de rutas secundarias.
- Inteligencia: exploradores locales, señales y mensajería discreta.
- Aprovechamiento del clima: niebla, heladas y temporales como cobertura.
- Golpes de mano: emboscadas a destacamentos, convoyes y correos.
Principales acciones y combates
Entre 1882 y 1883 se registraron combates y escaramuzas en numerosos puntos de la Sierra central. Algunas acciones, como Pucará y Marcavalle, mostraron la capacidad de Cáceres para trabar choques breves, desorganizar a columnas adversarias y retirarse con rapidez para evitar pérdidas decisivas.
Junto a ellas, la acción de Concepción se volvió emblemática por su dramatismo y consecuencias políticas. Más tarde, durante la segunda fase, la guerra se desplazó hacia el norte andino y culminó con Huamachuco, donde una batalla abierta definiría el final de la campaña serrana.
- Combates de Pucará y Marcavalle: choques tácticos de desgaste.
- Concepción: asedio y caída de una guarnición en la sierra de Junín.
- Acciones en Tarma, La Oroya y rutas del Mantaro: control de pasos vitales.
- Huamachuco: enfrentamiento decisivo en la fase final de 1883.
Concepción y su impacto
La acción de Concepción ocurrió en pleno corazón serrano y tuvo una gran carga simbólica. Una pequeña guarnición chilena resistió hasta el extremo frente a fuerzas peruanas y pobladores movilizados. El episodio combinó heroísmo, brutalidad y un mensaje inequívoco: la Sierra no estaba pacificada.
El impacto de Concepción fue doble. En Chile, se convirtió en un hito de sacrificio militar; en el Perú, ratificó la viabilidad de la resistencia serrana. Las respuestas posteriores endurecieron la campaña: mayor presión sobre pueblos, confiscaciones y expediciones destinadas a desarticular las redes locales.
La respuesta chilena y la “pacificación”
Para reprimir la insurgencia, las fuerzas de ocupación intensificaron operaciones en las rutas andinas. La llamada “ pacificación ” incluyó castigos a localidades sospechadas de apoyar a Cáceres, con incendios de depósitos, requisiciones y control estricto de alimentos, animales de carga y comunicaciones entre pueblos.
Estas medidas buscaban quebrar el apoyo social de la resistencia, pero a menudo generaron efectos contraproducentes: comunidades más agraviadas, desplazamientos poblacionales y mayor clandestinidad en el abastecimiento. La guerra, así, se volvió más difusa, permeando la vida cotidiana de campesinos, arrieros y comerciantes serranos.
La segunda etapa y Huamachuco
Hacia 1883, la campaña tomó un giro decisivo. Con el liderazgo político de Miguel Iglesias ganando terreno y la presión militar sostenida, Cáceres desplazó operaciones hacia el norte andino. Allí se produjo Huamachuco, una batalla abierta que buscó resolver, de una vez, el pulso estratégico en la Sierra.
En Huamachuco, la fuerza cacerista combatió con decisión, pero el desenlace resultó adverso. Las condiciones del terreno, la fatiga y la artillería enemiga inclinaron la balanza. El triunfo chileno selló el final de la resistencia organizada en la Breña y precipitó la salida negociada del conflicto.
Dimensión social y memoria
La Campaña de la Breña no puede entenderse sin el sostén social que la hizo posible. Comunidades indígenas y campesinas aportaron guías, alimentos y combatientes; las rabonas acompañaron a las tropas con logística y cuidado; arrieros y artesanos mantuvieron, a riesgo propio, la red de suministros clandestinos.
Ese tejido social sufrió con requisiciones, represalias y desplazamientos. A la vez, se forjó una memoria compleja: la figura de Cáceres como símbolo de resistencia, el sufrimiento de los pueblos serranos y los dilemas de un país dividido entre negociar la paz o prolongar la lucha en condiciones extremas.
- Apoyos clave: comunidades locales, redes de parentesco y cofradías.
- Roles invisibles: mujeres proveedoras, sanadoras y transmisoras de información.
- Impactos: pérdidas materiales, trauma colectivo y migraciones internas.
Consecuencias y legado
La derrota en Huamachuco allanó el camino al Tratado de Ancón, firmado en 1883, que puso fin a la guerra con concesiones territoriales y fuertes tensiones internas. Cáceres continuaría siendo figura central de la política peruana, mientras el país emprendía la lenta reconstrucción tras años de devastación.
En el largo plazo, la Campaña de la Breña dejó un legado de identidad y controversia. Se la recuerda como gesta de resistencia andina y, también, como tragedia social. Desde entonces, el Perú mira a la Sierra no solo como geografía, sino como reserva moral y política en tiempos críticos.
- Política: ascenso de líderes militares y debates sobre la legitimidad del poder.
- Sociedad: revalorización del mundo andino en la narrativa nacional.
- Historia militar: lecciones sobre guerra irregular, logística y adaptación al terreno.
La Campaña de la Breña no fue un simple epílogo de la Guerra del Pacífico: fue un cruce de caminos donde geografía, estrategia y comunidad sostuvieron la resistencia. Entenderla implica reconocer su dolor y su audacia, y apreciar cómo la Sierra moldeó, para siempre, la memoria peruana.
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